" Me llamo Ángel Urbina, aunque en
algunas ocasiones me han identificado como el “Peregrino Eterno”,
no por la edad -que ya va siendo crecida-, más bien por ser el autor
de una historia que se cuenta allá por el Camino Francés (en la
villa riojana de Grañón, por más señas).
Yo nací en Logroño, capital de la
“Tierra con nombre de Vino” y me he dedicado durante 40 cursos a
dar conocimientos de geografía e historia a cientos de alumnos con
los que he disfrutado muchísimo, en especial viviendo con ellos
paisajes, respirando obras de arte o poniéndonos en situación de...
en momentos históricos.
Otra dedicación que me ha tenido y me
tiene muy ocupado es todo aquello que se relaciona con el Camino de
Santiago. Escribo sobre él, doy charlas, imparto cursos, recorro los
caminos que llevan a Compostela y ejerzo de hospitalero. En esta
ocasión lo hago en Castilblanco de los Arroyos a donde he viajado
para atender a los peregrinos que tienen la suerte de caer en este
coqueto albergue que ha construido el ayuntamiento de esta localidad.
Tuve la oportunidad de conocerlo en el 2000. recién iniciado mi camino por la Vía de la Plata. Ahora, años más tardes he tenido el honor de atender al peregrino número 500 de esta nueva etapa en la que los HOSVOL (Hospitaleros Voluntarios) nos hemos hecho cargo de él. Otra forma de entender la hospitalidad sin poner un precio por ello y sin discriminar a nadie, parezca o no parezca caminante.
En estos momentos de hospitalidad,
constato que quien aparece por este albergue suele ser un peregrino
experimentado que ha hecho otros caminos, que sabe que es un
hospitalero y el significado de “donativo”, son de mediana edad,
más hombres que mujeres y de procedencia extranjera (predominan los
germanos, a los que siguen franceses e italianos -lo mismo que en el
resto de caminos a Santiago). Si preguntas por qué van hacia
Compostela te hablan del paisaje, de la historia, de las gentes que
lo pueblan y de lo que esperan alcanzar en la meta.
Por ello, ante la pregunta de qué es
lo que el peregrino agradece durante el trayecto, hemos de responder:
manteniendo una naturaleza viva -la que se disfruta por estos lares-,
lugares donde se pueda dar hospitalidad desinteresada, con las
iglesias abiertas, con fuentes donde surtirse de agua (algunos lo
cambiarían por cerveza) y con la misma amabilidad que muestran esos
hombres y mujeres que salen al camino con un “Ea, vaya usted con
Dios con peregrino”.
Tras mi primer camino en 1993 pensé
que la humanidad entera podía dividirse en dos grupos: los
afortunados que habían caminado a Santiago y los otros. Desde esta
página animo a quien tenga algún interés en peregrinar hacia
Compostela que lo haga; no importa la edad, ni la preparación
física, ni el nivel intelectual, ni los euros que quepan en los
bolsillos, ni “na” -como se reza por aquí-. Solo es cuestión de
querer y de disfrutar.
ULTREIA ET SUSEIA."
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